lunes, 27 de abril de 2020

PERSONAJES OLVIDADOS EN LA HISTORIA DEL APRA II

El 6 de mayo de 1932 el jefe de la policía de entonces Damián Mústiga con un gran grupo de policías ingresan por la fuerza a la casa de Carlos Plenge en la avenida Pardo 460 (otros la ubican en el número 306 de esa misma avenida) en el distrito de Miraflores donde se hallaba refugiado Víctor Raúl Haya de la Torre pariente de la esposa de Plenge, lo capturan y se lo entregan al prefecto de Lima Julio Chávez Cabello, quien al día siguiente lo hace llevar al Panóptico que es como se conocía a la Penitenciaria. La Penitenciaría era la cárcel más importante del país y estaba ubicada en donde actualmente se encuentra el hotel Sheraton del centro de Lima. En dicha prisión se le coloca en una celda miserable donde contaba con un catre sin colchón, no tenía ni luz del sol al haberse tapiado la ventana ni artificial. En esa celda estuvo Haya de la Torre preso durante un año.

Director del Panóptico era al llegar Haya, don Arturo Váldez Muente quien fue cambiado a los pocos días por intentar mejorar las condiciones del preso y remplazado, por Pedro Carrasco quien si cumplió las órdenes del gobierno al pie de la letra, acicateado además, por los acontecimientos ocurridos al poco tiempo en Trujillo donde los apristas se habían sublevado contra el gobierno militar. Haya de la Torre no solo estaba en una celda inhóspita sino sufría maltratos y vejámenes de las autoridades del penal, aliviada su situación en algo por la ayuda desinteresada de algunos presos entre los cuales debemos mencionar a Adolfo Riojas preso común y Germán Rodríguez militante aprista a quienes probablemente le debió el líder seguir con vida.

También debemos destacar, la actuación de quien en ese momento era juez Instructor el doctor Pelayo Samanamud quien a diferencia de magistrados como Burga Ballón, Laines Lozada, Cesáreo Vidalón hizo valer los derechos del detenido e incluso abrió proceso contra el director del penal Pedro Carrasco a quien no pudo condenar a pesar de sus esfuerzos por habérselo impedido las instancias superiores del Poder Judicial.

Un acontecimiento histórico de importancia, es sin lugar a dudas la Revolución de Trujillo. Significó el rompimiento total y absoluto del partido aprista no solo con el gobierno sino con las Fuerzas Armadas, que recordarían durante muchos años, la muerte sangrienta de oficiales del Ejército Peruano y la Policía por participantes apristas en la sublevación del 7 de julio de 1932 a pesar de que los militares y policías se encontraban presos y por lo tanto desarmados en la comisaria de Trujillo. Los participantes en el asalto al cuartel O’Donovan de Trujillo entre los que destacaron Manuel Barreto Risco, Remigio Esquivel, Delfín Montoya, Alfredo Tello Salavarria, Jorge Idiáquez, Lastenio Morales dieron inicio a la revolución cayendo en el ataque algunos de ellos como Barreto a quien apodaban “El Búfalo” y de cuyo apodó tomó nombre la fuerza de choque del partido aprista que hasta hoy subsiste.

Los oficiales del Ejército Juan Silva Cáceda, Luis Pérez Salmón, Manuel Morzán, Víctor Corantes, Ricardo Revelli, Alfonso Molina y oficiales de la Guardia Civil Eduardo Carbajal Loayza, Alberto Villanueva Gómez, Carlos Hernández, Carlos Valderrama y Miguel Picasso Rodríguez fueron las víctimas indefensas a quienes incluso se les torturó y mató de la manera sangrienta como el caso del Comandante Silva Caceda y el Álferez Miguel Picasso a pesar de ser el primero de ellos amigo de los hermanos Haya de la Torre.

De un lado y del otro se cometieron abusos y excesos fomentados en algunos casos por venganzas personales y traiciones a los subversivos como ellos mismos señalaban en particular acusaban de buitres a los diarios regionales La Industria y La Nación de propiedad el primero de la familia Larco Herrera y de Miguel Cerro Guerrero el segundo que curiosamente había sido fundado por Raúl Edmundo Haya de la Torre a fines del siglo XIX, ni más ni menos que el padre de Víctor Raúl. Y la acusación contra ellos según relata Murillo, consistió en que delataron ante las autoridades a los que habían participado en la sublevación, siendo el caso del piurano Miguel Cerro entendible, dado su parentesco con el dictador Sánchez Cerro.

A pesar de que han tratado de negar la participación de APRA en el asesinato de los militares y policías que se encontraban recluidos en la comisaría de Trujillo, y no solo lo hace la obra de Murillo, es evidente que tuvieron mucho que ver. Algunos de los asesinados como es el caso del teniente Alberto Villanueva y otros de los muertos en la comisaría habían participado meses antes de la revolución, tanto en Paiján como en Chocope en matanza de miembros de ese partido cuando allanaron sus locales e incluso violaron a militantes como ha dejado escrito Luis Chanduví Torres. Otra de las víctimas del APRA el comandante Silva Caceda fue acusado de traidor por los apristas quienes días antes del 7 de julio, pintaron paredes de las calles de la ciudad de Trujillo con ese calificativo.

El Mayor del Ejército Peruano Remigio Morales Bermúdez Sánchez asesinado en 1939 es probablemente otra víctima de los apristas. A pesar de que Murillo nos trata de disuadir de esa idea e incluso relata que el hijo de la víctima que probablemente haya sido el luego presidente Francisco Morales Bermudez, se despidió cordialmente de ellos cuando acompañaba el cadáver de su padre, no despeja la duda de la autoría de ese crimen y no por orden de la jerarquía máxima del partido, pero si por militantes que recordaban que éste militar había sido fiscal de la Corte Marcial que juzgó y condenó a muerte al Comandante del Ejército Peruano Gustavo Jiménez Sánchez “El Zorro Jiménez”, quien se encontraba plenamente identificado con el APRA a tal punto que había participado con ellos, en acciones contra el gobierno. A eso hay que añadir que junto a Jimenez y otros militares insurrectos, fue fusilado el joven y promisorio dirigente aprista cajamarquino Luis Benjamin Gálvez Tafur.

El General Benavides. Oscar Benavides Larrea que llegó al grado de Mariscal del Ejército del Perú, no tenía como bien dice Percy Murillo antecedentes recomendables. Había derrocado al presidente Guillermo Billinghurst el año 1914 por encargo de la oligarquía y cuando asesinan los apristas al presidente Sánchez Cerro, asume la presidencia de manera inconstitucional. El 30 de Abril de 1933 el Congreso lo eligió Presidente Provisorio a pedido del diputado por Cajamarca Guillermo Hoyos Osores. La oposición la constituían apenas 7 parlamentarios ya que los parlamentarios apristas salvo Cuculiza habían sido deportados lo mismo que los del partido descentralista. Benavides obtuvo 81 de los 88 votos del Congreso incluyendo el de Víctor Andrés Belaunde para gobernar como lo hizo hasta 1939 persiguiendo a sus opositores en especial a los del APRA con breves intervalos de coordinación con ellos que hicieron sospechar a muchos en particular a los miembros del partido Unión Revolucionaria de Sánchez Cerro, de la complicidad en la muerte de su líder.

Alfredo González Prada tal como lo cuenta Murillo, reprodujo por esos años, el libro de su insigne padre Manuel “Bajo el oprobio” y dice en el prólogo: ” Sufre hoy el Perú el mismo oprobio de 1914 y 1915. Nada ha cambiado excepto los guarismos del calendario. La misma taifa híbrida de soldadesca y civilismo tiraniza al país, los mismos parásitos se ceban con la misma voracidad en los mismos infortunios de la Patria y hasta el mismo individuo ¡el mismo Oscar R. Benavides¡ acaba de encaramarse a la Presidencia sobre el cadáver tibio de un tirano asesinado…”

Las prisiones estaban a cargo de miembros del Ejército como el caso de El Frontón que lo dirigía el comandante Eduardo Vargas Mazen “más conocido con el sobrenombre de “La Bestia” por las torturas a que sometía a los presos políticos que iban a parar a esa isla frente a El Callao. La Penitenciaria, la dirigía Eduardo Lanatta que había sido prefecto de La Libertad donde ya tenía fama de perseguir a los apristas y lo asesoraban los hermanos Luis y Humberto Solari Hurtado, el primero de los cuales, había sido edecán de Sánchez Cerro y años más tarde, embajador del Perú en Francia durante el gobierno del dictador Manuel A. Odría.

Siguió por varios años la persecución contra los apristas, que a decir verdad se la ganaban a pulso por el uso de métodos violentos con sus adversarios. A raíz de la fuga de la prisión del Comandante de la Fuerza Aérea Peruana José Estremadoyro vinculado al APRA se producen las muertes de un comandante de la Guardia Civil Víctor Najarro Develois y luego, del dirigente obrero Juan Marcial Rossi Corsi, acusando de esos crímenes el ministro de Gobierno y Policía Ricardo de la Puente Ganoza a los apristas y según ellos tal como lo relata Percy Murillo injustamente calificando a éste ministro de personaje taimado y brutal obsesionado en liquidar al APRA, para lo cual había hecho circular en todo el territorio nacional un telegrama que decía: “ Celebra día 22 del presente su onomástico, gánster máximo aprista…” se refería a Víctor Raúl Haya de la Torre y daba luego instrucciones de detener a los portadores de propaganda de ese partido o de cualquier otro artefacto que los delincuentes apristas empleen. Versión confirmada según Murillo por Felipe Cossío del Pomar en su libro “Víctor Raúl”

De la Puente el feroz perseguidor de los apristas y quien calificaba de “gánster” a Víctor Raúl Haya de la Torre, era ni más ni menos hermano del padre de actriz y luego parlamentaria precisamente del APRA, Elvira de la Puente.

Y ya que de actrices hablamos, no puedo dejar de mencionar bajo pena de ser desalojado de mi casa en ésta cuarentena, al abuelo de mi esposa “el gringo” Brescia. A quien en el libro de Murillo se menciona en varias oportunidades y cita incluso a Luis Alberto Sánchez quien refiere que en el grupo de fundadores y el equipo inicial del diario “La Tribuna” órgano fundamental del partido Aprista en mayo del año 1931, estaban:” Seoane, yo, Rosay, Juan Manuel Raygada, Hugo Otero, Arturo Sabroso, Luis López Aliaga, el gordo Zevallos y el “gringo” Brescia”. Se refiere a Ángel Brescia Camangi que además de fundador de La Tribuna, dirigente aprista en Huancayo también fue condecorado con la prisión en varias oportunidades y padre de Ángel Brescia Bossio padre de Pilar.

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