domingo, 9 de mayo de 2010

Adela Montesinos

Una de las pocas cosas que agradezco de haber estado preso en la cárcel de San Jorge, es el tiempo que tenía para la lectura. Tiempo que como el del sueño o el de la muerte, se detiene.

Lectura que me permitió conocer autores y libros, que de haber estado en libertad, quizá nunca hubiera conocido.

Nuestra Biblioteca que la debemos en gran parte a Ricardo Palma Michelsen, quien nos había precedido en San Jorge años antes, no tenía gran cantidad de volúmenes, pero sí libros de gran calidad.

Adela Montesinos es uno de esos casos. “Arcos Hondos”, se llama el único libro de esta autora, que a pesar de su título, poco sugerente, me atrajo, por el apellido de su autora, el mismo del satánico asesor de Fujimori, que causa su caída.

“Arcos Hondos” es un libro de poemas de Adela Montesinos y Montesinos nacida en Lima pero de una familia profundamente y totalmente arequipeña, hermana de Alfonso Montesinos y Montesinos y del padre de Vladimiro Montesinos. Madre de dos ( a diferencia de Vladimiro) ejemplares políticos: Guillermo Herrera Montesinos y Gustavo Espinoza Montesinos.

Escribiendo el presente artículo, me entero que está por celebrarse el centenario de su nacimiento y que su hija Dunia Espinoza Montesinos, prepara las celebraciones y la reedición de su obra.

Su poemario, tiene un prólogo de otro gran poeta César A. Rodríguez y con toda justicia lo califica de: ”río de ternura que vibra como el chelo que tocaba su padre”, pero además de la calidad literaria, debe destacarse el compromiso social de su autora en cada uno de sus versos y en los casos que narra y en la forma en que lo hace.

“Para que tu me quieras me hice blanda
para ayudar a todos, ya ves, me torno acero”

Es la declaración inicial de una vida que estuvo dedicada a la lucha por los pobres.

“Y por este Perú, por donde se camine/ se ven cosas que espantan/ Hay hambre y hay miseria en todos los rincones/ quiero que el hambre de los niños se llegue hasta tu mesa/ y te sacuda las entrañas”

Narra el caso de Ignacia de la Cruz condenada el año 1955 a 25 años de cárcel por matar a su hijo de un mes de nacido. Ignacia, tenía 20 años de edad física y sólo 8 de edad mental, sólo hablaba quechua y lo poco que pudo decir en su idioma, es que mató a su hijo por que no soportaba verlo llorar de hambre.

Casos como el de Ignacia, hicieron que Adela Montesinos luchara y escribiera toda su vida en defensa de los pobres y entonces uno se pregunta ¿cómo pueden de la misma sangre, surgir seres tan distintos?

Es probable que haya cometido algunos errores, al tratar de recordar lo leído hace más de cinco años, pero no podía dejar de hacerlo y sumarme a aquellos que quisieran que tanto el poemario como los artículos de Adela Montesinos, se difunda.

Hace un tiempo envié éste artículo al diario La Primera y seguramente por razones de espacio no fue publicado.