sábado, 20 de junio de 2020

LOS BANCOS Y LA POLITICA

Se ha probado plenamente, gracias a los últimos procesos judiciales, la participación de los bancos en las campañas políticas en el Perú y quiero ahora recordar, que ya esas subvenciones son de antigua data. No exactamente como las comprobadas del Banco de Crédito del Perú a favor de Keiko Fujimori que tenía propósitos de favorecimiento mutuo, sino de otra índole y no por ello inocentes ni impunes del todo. 

El 22 de julio de 1872 cuatro hermanos coroneles del Ejército peruano se sublevaron intentando que no asumiera el mando de presidente de la República Manuel Pardo, quien debía suceder a José Balta luego de haber ganado las elecciones de abril de ese mismo año, constituyéndose en el primer presidente civil que tendría el Perú desde su independencia. 

Tomas, Marceliano, Marcelino y Silvestre Gutiérrez militares cuyo mérito principal era su ambición y desprestigio venían tramando desde hacía algún tiempo, el asumir el poder valiéndose de que Tomás el mayor de los hermanos, era el Ministro de Guerra del presidente Balta aprovechando para colocar en cargos importantes del ejército, a sus hermanos y seguidores. Silvestre, recién salido de la cárcel por maltratar a subordinados se hacía cargo del batallón “Pichincha”, Marceliano del “Zepita” y Marcelino del batallón “Ayacucho”. 

Silvestre precisamente el más feroz de los hermanos se le había encargado con su batallón el día anterior, la custodia de Palacio de Gobierno y en la mañana del 22 de julio ingresó tomando preso a Balta a pesar de la resistencia del coronel Manuel Santa María uno de los pocos que trató de impedir la detención del presidente al que llevaron preso al Cuartel de Santa Catalina

Secretario de uno de los más ruines golpe de Estado, fue nombrado luego de según él resistirse, el abogado Fernando Casós. Preso Balta y desplegados los demás hermanos Gutiérrez en puntos estratégicos de Lima y El Callao vieron que la población no apoyaba la sublevación militar, entonces decidieron convocar el 24 de junio al Palacio de Gobierno a los gerentes de los bancos que en esa época funcionaban en Lima para con su colaboración poder “animar” a los soldados que ya comenzaban a desertar al ver el rechazo ciudadano. 

Concurrieron a Palacio que ya estaba plenamente ocupado por el usurpador Tomás Gutiérrez los señores J. Federico Lembecke y Julián Zaracondegui por el Banco de Lima, Manuel Moscoso Melgar por el Banco La Providencia, José P. Escobar por el Banco del Perú donde fueron notificados de las exigencias económicas de los revoltosos a lo que contestaron que en unas horas y luego de consultarlo con los demás, volverían. En efecto volvieron, reuniéndose con el secretario Fernando Casos los señores Escobar por el Banco del Perú, Joaquín Bolívar por el Banco “La Providencia”, Juan Dawson del Banco de Londres, México y Sud América, Federico Lembecke por el Banco de Lima, Federico Fort en nombre de la Casa Dreyfus convertida luego en el Banco Nacional del Perú y Enrique Meiggs a título personal y que abogó por conceder el “préstamo” de 300 mil soles. 

El destino de ese dinero nadie sabe dónde fue a parar. Casós acusado de habérselo apropiado acusó a su vez a Tomás y Marceliano Gutiérrez y a un secuaz de éstos el también coronel del Ejército Manuel Eugenio Velarde Tudela tal como lo relata Guillermo Seoane en “La Revolución de Julio” 

Asesinado el Coronel Balta en el cuartel donde había sido llevado por los Gutiérrez y conocida la noticia, la población se volcó a las calles a perseguir a los hermanos golpistas dándole muerte a tres de ellos a quienes incluso quemaron y colgaron de las torres de la Catedral de Lima. Solo se salvó de la furia popular Marcelino quien luego en algo reivindicaría su paso por nuestra historia al combatir contra el ejército chileno durante la Guerra del Pacífico y murió luego ya muy anciano en la ciudad de Arequipa. 

El 26 de julio de 1872 todo había terminado. Nunca se supo donde fue a parar el dinero que los banqueros de esa época dieron para financiar la criminal asonada luego de lo cual asumió la presidencia de la República Manuel Pardo que curiosamente era accionista de uno de los bancos que entregó dinero a los Gutiérrez ni por supuesto se castigó a los ladrones ni a sus mecenas. 

Por lo visto, la lección no se aprendió y hasta hoy claro que sin siquiera necesidad de amenazas, siguen los bancos entregando dinero a los políticos no importando que éstos sean feroces criminales.

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